jueves, 22 de marzo de 2012

Albóndigas en salsa de tomate

A mí esto de las albóndigas (aparte de recordarme a aquel chiste de "almondigás con mantón de Manila") siempre me da perceguera, como dicen en mi tierra, por esto de tener que ir formando las pelotitas y luego pasándolas por harina. Es de ese tipo de entretenimientos que a la segunda o tercera albóndiga me hacen ponerme a declamar aquello de "Dame tu fuerza pegaso", que diría Siryu el de los Caballeros del Zodiaco.

La verdad que la modalidad de Robert, de sacar solamente 4 albóndigas de 1 kg de carne, me parece mucho más efectiva y menos traumática para los espíritus impacientes. Bueno, no es que sea sólo de Robert el invento, la verdad es que en Holanda lo que llaman algo que viene a ser una traducción de "albóndiga" (bolas de carne, como las meatballs en inglés) suelen ser las de ese tamaño colosal comparado con la modesta albóndiga española. La verdad es que la albóndiga holandesa es una especie de hamburguesa gorda, y teniendo en cuenta que según su etimología la hamburguesa viene de Hamburgo... que no es Holanda pero cae más o menos por los alrededores... pues saquemos nuestras propias conclusiones.

En fin, todo este apasionante tratado sobre los tamaños de las albóndigas según sus nacionalidades tiene su origen en Ikea. Sí, Ikea, y más concretamente en su cafetería, donde sirven por 1,95€ las famosas albóndigas suecas. Yo siempre me he preguntado por qué lo de famosas, ya que mi madre, que tiene tanto de sueca como yo de Paris Hilton, las hacía de toda la vida sin que a nadie se le ocurriese adivinarles una procedencia escandinava.

En resumen ¿qué tienen las albóndigas suecas que las hacen taaaan especiales?

Opinión de Robert (o lo que es lo mismo, el señor que con 50 de albóndigas del Ikea hace 2 ejemplares de los suyos y le quedan pequeños): por supuesto, el tamaño. Ya que, ya se sabe, que de toda la vida de Dios, las albóndigas no son TAN PEQUEÑAS. A menos que sean suecas, claro.

Llegados a este punto, mi indignación ante la injusticia cometida con la entrañable albóndiga española fue creciendo. Hasta que el lunes pasado me disponía a hacer unas hamburguesas sin pena ni gloria cuando a última hora, casi derrapando por el camino, cambié de opinión y las convertí en albóndigas. Y como el resultado fue bastante celebrado en casa, las volví a repetir el sábado.

Total que después de algo así como 6 años sin haber vuelto a probar suerte en el maravilloso mundo de la formación de albóndigas, las he hecho 2 veces esta semana ¡Que no nos vengan con suecadas!(nota para la Reina de la Miel: ya de paso, pregúntale a Alain si es sueco xDD)

Aquí os dejo la receta, un poco improvisada, de las albóndigas en salsa de tomate, para el que se anime a echarle paciencia y ponerse a rebozar pelotitas en harina.

Ingredientes:

1 kg de carne picada
1 huevo
2 cucharadas de pan rallado
perejil picado (yo como no tenía le puse "hierbas italianas")
sal y pimienta
harina para rebozar
aceite para freir

para la salsa:
1 brik de tomate frito (250 ml)
1 cebolla picada
1 cucharadita de azúcar
sal

Así se hace:

mezclar la carne picada con el huevo, el pan rallado, la sal, la pimienta y las hierbas, hasta que quede una masa compacta.

espolvorear un papel de hornear o papel de albal con harina, formar las albóndigas y redondear bien. Luego rebolzarlas por la harina hasta que queden bien compactas.

freir las albóndigas en aceite caliente hasta que se doren. Sacar de la olla y reservar.
Freir, en el mismo aceite, la cebolla picada a fuego lento. Cuando ya esté blanda, añadir el tomate frito hasta que hierva, ponerle un poco de azúcar para rectificar la acidez del tomate y salpimentar.
Añadir las albóndigas y dejar cocer todo a fuego lento durante unos 10 minutos.